.”“Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista.” ”… Zygmunt Bauman
El término de Generación X se refiere a la camada de millones de personas que vivieron su niñez y juventud en los años 70s y 80s. La Generación X es el resultado de una pater-maternidad que vivió la revolución sexual de los años 50s. y años 60s. (llamada generación Baby Boomers), es la generación nieta de los testigos de la II Guerra mundial (llamada Generación del Silencio).
Esta generación X es considerada a personas de todo el mundo que nacieron entre mediados de los años 60s hasta mediados de los años 80s. Una generación que vio en su infancia la gran transformación comunicativa, de la radio AM a FM, de la televisión blanco y negro a la de color, del juego de canicas al Atari 2600, que vivió las consecuencias de la liberación sexual y el capitalismo de la vida, la ética y la moral.
Los de la generación X oscilan ahora entre los 30 y tantos y cincuenta y tantos años. Es una generación bautizada así bajo la descripción del periodista Robert Capra, en sus referencias sobre los jóvenes de la posguerra y, posteriormente, por el escritor canadiense Douglas Coupland que describía a los jóvenes adultos de inicios de los años 90s.
El llamarle “X” se dio porque sus primeros pensadores no sabían bien qué iba a pasar con ellos, aparentemente no tenían ni rumbo ni sentido; la espiral tecnológica, política, neoliberal y epidemiológica metía en un abismo a niños y jóvenes que se enfrentaban a la cibernética, a la comunicación más fácil, a las dictaduras militares, al consumir más y más, tanto ociosidades como títulos académicos, al juego del prestigio, de la soberbia, del egoísmo y a la cuerda floja del SIDA. Es esta una generación inestable, y de esta generación es Javier Duarte, nacido en 1973.
Nosotros no sabíamos qué pasaría en ese final de 2010 con un gobernador Generación X. Un joven prometedor como lo aseguró Enrique Peña, supuestamente con estudios de doctorado del que no sabíamos más.
Para los que formamos parte de la “generación X”, Duarte representa la mayor crisis existencial de la misma. Avergonzados de este co-generacional, Duarte solamente demuestra que la vida líquida de esta generación y las consiguientes nos llevan al caos.
Zygmunt Bauman (1925-2017), el gran sociólogo de la posmodernidad habla de lo que pasa y nos espera en los gobiernos líquidos. La vida líquida descrita por el también filósofo polaco dice sobre la formación de personas alejadas de compromisos perecederos, que son altos consumidores y constructores de realidades virtuales. Esta liquidez puede tentar a robar, y robar mucho, a dejar morir por robar, robar para tener capital suficiente que satisfaga las necesidades que crea el neoliberalismo; puede tender a inventar realidades a través de la capacidad que da el consumo, recurrir a cirugías estéticas, recurrir a inventar imágenes en la prensa o en las redes sociales, recurrir a manipular números, tendencias y a repetir mentiras mil veces en las redes para creer que son reales, recurrir a comprar títulos profesionales o méritos de cualquier tipo o hacer verdad mentiras usando los canales del ciberespacio.
Javier Duarte ha sido la víctima de la vida líquida: acumuló todo lo que las opciones de consumo le permitieron, recurrió a procedimientos estéticos para a su gusto mejorar su imagen, compró sistemas que promovieron una mentira sentimental, manipuló números y se ufanó por títulos profesionales que aún no obtenía y que quizá no logró. Si Flavino Ríos (Baby Boomers) dijo que (supuestamente) lo engañó, es porque la vida líquida de la generación X puede engañar a esa generación, a las anteriores y las siguientes. Duarte es la mayor crisis de generación X y la mejor expresión de la vergüenza de la vida líquida, y ha sido protegido por otros representantes de esta vida política líquida que comparten su personalidad, quizá sea conveniente mirar a sus co-generacionales que en el medio político se dan esa misma vida líquida.
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