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ENTRE EL PERIODISMO Y LA INDIFERENCIA SOCIAL

Actualizado: 5 may 2022

Por Oliver Coronado Paz


Foto tomada de Internet

“No somos héroes”, le escuché decir hace unos días a una compañera reportera en una reunión entre periodistas. La citada frase servía de colofón en una breve charla con integrantes del gremio, que giraba entorno a experiencias vividas en el ejercicio del oficio en las que, en ocasiones, han tenido que “bajar” de sus portales alguna información “incomoda”, después de recibir alguna llamada telefónica intimidante. Y en la entonación de la frase y el rostro de la comunicadora, se dejaba entrever un dejo de desilusión, por tener que sucumbir ante la violencia y la desprotección en la que los periodistas de a pie tienen que desenvolverse día a día, mientras cubren sus fuentes en la región de las Altas Montañas Veracruzanas; desprotección que les pone, muchas veces, a elegir entre el amor a la profesión y el amor a su integridad física.


Y es que tan solo en su pasado informe 2021[1], la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAP) de Veracruz, afirma haber tenido conocimiento de, al menos, 93 agresiones reportadas por periodistas durante el año en cuestión. El informe reporta que los principales agresores, según se pudo identificar, son integrantes de la delincuencia, así como particulares y elementos de la Policía Estatal de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), del Estado de Veracruz. Además, dentro de la ilustración 37 de dicho documento, se destacan las amenazas, las agresiones físicas y el robo entre los ataques más frecuentes en contra de la prensa veracruzana. Y por supuesto, no debemos olvidar que, al menos desde el año 2018, se han contabilizado, según datos de Artículo 19, cinco asesinatos de periodistas en el estado[2].


Ilustración extraída de Informe CEAPP


Lo arriba mencionado es GRAVE (así, con letras mayúsculas). No solamente para quienes viven de informar a la sociedad, sino, sobre todo, para esa misma sociedad que en muchas ocasiones es indolente ante el tema; puesto que estar informado de lo que acontece diariamente (sobre todo en la administración pública) es un derecho fundamental para las comunidades que se dicen democráticas. Y son los periodistas, por antonomasia, quienes tienen la encomienda de hacer valer este derecho para todas y todos. Pero en estas circunstancias de violencia que imperan en el estado y en el país, la mentada encomienda, literalmente, se vuelve un asunto de vida o muerte; tan es así, que en casos como los comentados en el párrafo inicial, la autocensura para proteger la integridad, está siendo parte del quehacer periodístico.


Ilustración extraída de Informe CEAPP


El “No Somos Héroes” del inicio del artículo refleja, dolorosamente, el sentimiento de impotencia del gremio por la falta de apoyo dentro de este clima en el que, al parecer, hacer periodismo crítico tan solo puede acarrear pesares y llanto. Y es que el periodismo debiera alentar las conciencias ciudadanas; impulsar a las comunidades hacia la exigencia cotidiana de resultados transparentes, equitativos y positivos para la sociedad; y no animar el temor, entre los que lo ejercen, a enfrentarse en soledad a la violencia, simplemente por hacer lo que les corresponde dentro del engranaje social.


Las y los periodistas, así como otros sectores de la población, se han convertido desde hace años, en un segmento vulnerable; sí por la ausencia de apoyo y la negligencia de parte de las autoridades, pero también, por la indiferencia de la ciudadanía, que no parece darse cuenta cómo una agresión a la libertad de prensa, se convierte, a la postre, en una agresión al pueblo.


Como es bien sabido, México se encuentra en una crisis de inseguridad e inestabilidad social, cimentada en la violencia, la impunidad y la corrupción; pero también en la falta de empatía entre integrantes de la sociedad, a quienes parece el individualismo ha minado el sentido de fraternidad y de comunidad. La necesidad de un cambio hacia la justicia y el progreso, solo será saciada una vez que, desde la individualidad, seamos capaces de voltear a los lados para ofrecer lo que esté en nuestras manos para apoyar al de junto, al tiempo que miremos hacia el frente para caminar juntos, todas y todos, exigiendo a quienes nos gobiernan cumplan eficazmente el trabajo para el cual les pagamos. El avance social, está visto, no ha de llegar de la mano de los políticos ni las autoridades, salvo que ello se convierta en un grito comunitario, que les cale profundo y les obligue a responder a los intereses del pueblo y no a los suyos.


Dejar solos a los periodistas (a las feministas, a los familiares de desaparecidos, a los defensores de la tierra, etc.,) es cavar más honda la tumba que desde “arriba” comenzaron a palear.

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