Hay claves que se descifran en la piel, códigos que transitan alrededor de sonidos y movimientos, somos seres vivos que buscamos renacer con cada palabra que nos habita, con cada presencia que nos invade, que nos invita a conocer la luz de nuestro interior. Pero hay presencias como la de Sofía Clevit, que asemejan un horizonte lleno de pequeñas luciérnagas, un camino que transita por la introspección mental y sensorial como un diminuto músculo que abre y cierra para el conocimiento, así es un encuentro con esta escritora.
A Sofía la conocí por palabras, fue lo primero que nos compartimos, y ahí pude percibir el aroma del café que expiden sus letras, el color jade de su corazón y la pasión de proveer de encuentros internos con los demás. Es una mujer que para mí representa casa, hogar, luz, camino. Me ha gustado transitar con ella en un mismo lugar cerca y lejos al mismo tiempo, con ritmo, con calma, con luz y oscuridad.
En su labor nos ayuda a parir las palabras poéticas que llevamos dentro, que llevamos acostadas y regadas en la piel, en el centro de nuestro cuerpo, por ello es que vivir una sesión de narrativa corporal con Sofía debería ser un ritual cotidiano para decir lo que a veces no podemos o no sabemos cómo decir.
Sofía Clevit, es licenciada en Literatura y Lenguas Hispánicas por la Universidad Veracruzana de Xalapa y maestra en Desarrollo de la Educación por la Universidad Iberoamericana en donde realizó su tesis acerca de la educación autónoma zapatista.
Se dedica a vivir en comunidades indígenas y rurales del país, su interés es la cosmovisión y sabiduría ancestral de los pueblos de Mesoamérica. Es un musculo palpitante de luz que estuvo en el Museo de Arte del Estado de Veracruz presentando su sesión de narrativa corporal y biodanza y el 16 de octubre en la ciudad de Orizaba.
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