“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
Rosa de Luxemburgo
Varios estudiantes de la Universidad Veracruzana han sido asesinados. Sus atentados han sido cercados, por lo que la mayoría han tenido impacto limitado, y muchos han pasado desapercibidos. Deseo recordar dos atentados a la vida de estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana campus Cd. Mendoza, se trata de Domingo y Valeria. De Domingo nadie se acuerda a diferencia de Valeria. Domingo distinto de Valeria fue asesinado en luna llena, precisamente en la noche del eclipse solar del 11 de julio de 1991, pues Valeria sufrió la misma suerte en luna nueva.
Yo era estudiante de primer año, y Domingo también alumno de ese nivel; originario del norte del estado, de padres comerciantes y campesinos, de cuna totonaca, Domingo como muchos otros llevaba lo justo para vivir en la travesía del sueño de ser médico. Sin duda buen estudiante como Valeria. Esa noche de eclipse fuimos a la “quema de batas” de la generación que salía, justo en la misma facultad. Esa noche encendida la abundancia en bebida y comida distinguía el festejo. Manguila, un compañero de semestre superior protagonizaba hostilidades con estudiantes de la FIME (Facultad de Ingeniería Mecánica y Electromotriz), especialmente con “El loco Abad”, quien en medio el conato dentro de la escuela, comenzó a perseguirlo en los pasillos de la facultad empuñando un cutter; eran las dos de la mañana y la persecución empezó a generar terror; los gritos entre la música y el baile concluyó hasta que Domingo, quien sin lograr esquivar en ese momento, se atravesó frente a la carrera de la muerte. Sus ojos se abrieron encendidamente, pero después palidecieron cuando el cutter atravesó su camisa partiendo su ventrículo izquierdo, la parte del corazón más poderosa vacío su músculo en un momento. Domingo con sus manos tapando la herida en su pecho, palideció frente a todos, mientras lo sosteníamos y sacábamos para subirlo a un taxi, el cual renuente, fue obligado a llevar su cuerpo inerte, cual ya había muerto antes de llegar cuatro cuadras a la Cruz Roja. La noche se cerró abriendo los titulares policiacos llenos de información sobre el suceso. No hubo investigaciones hechizas; sin testigos anónimos todos vimos al asesino, sabíamos su nombre, su dirección, dónde estudiaba y todo lo necesario para que la policía lo capturara pero no ocurrió así, sino días después, y su suerte lo llevó a salir al poco tiempo.
Con Domingo no hubo #hashtag; no hubo marchas pidiendo justicia, no hubo declaraciones del gobernador (que en ese entonces era Dante Delgado). No hubo fiscalía supuestamente eficaz y eficiente; no hubo velación de su cuerpo en la facultad, ni la familia del obispo abrió las puertas de su casa para acompañarlo. Sus compañeros lo fuimos despedir en una fría sala de velación de funeraria del SOAIC de Orizaba, prestada como un gesto de generosidad de ese sindicato. Aunque pedimos apoyo a las instituciones gubernamentales para Domingo, estas no llegaron, hasta las flores mendigamos y nadie nos la dio. Todo fue silencio después del asesinato de Domingo, lo único logrado fue que a partir de ese año, ninguna “quema de batas” se realizaría en la facultad, instrucción al parecer del director de medicina en ese entonces, el Dr. Ricardo Palacios “para que si se mataban a un estudiante en un fututo, no fuera en la facultad”.
A diferencia de Domingo, Valeria se volvió un fenómeno, pese a que en los últimos años los estudiantes de la UV han sido violentados pero la voz institucional se ha callado, ni para los muertos, ni para las violaciones, ni para los robos, ni para los acosos sexuales, pero a diferencia de todos ellos, el caso Valeria superó el de “la hija de diputada”: la acción mediática se dio por la sensible cuerda que pisa el gobernador, se dio por el momento amarillista en que a su madre en llanto la fotografiaban en medio de la muchedumbre legislativa, se dio por el escozor de los medios, y por una fiscalía que en agonía trató de cerrar su administración con un broche sin mancha, el cual no ocultó sus marcas de corrosión y sarro.
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*Diputado suplente, XX Distrito Veracruz.