Poco se sabe sí la pedofilia y la pederastia son enfermedades o perversiones. Los perfiles de los agresores son variados y no existen rasgos característicos que visibilicen a un abusador sexual. En recientes planteamientos psicológicos, se aborda la pedofilia como una orientación sexual. Incluso hay movimientos en Estados Unidos, Francia y Chile, donde se busca disminuir la edad para que sea legal el consentimiento legal con menores.
Pero, ¿cómo pueden suceder estos tipos de abusos en casa, con personas que deberían cuidar a los pequeños y justamente evitar estas situaciones?
Como ya he explicado en artículos anteriores, mi hija fue abusada por su padre a la edad de los tres años. El único rasgo que me pareció extraño de su padre o patológico fue cuando lo descubrí en su constante uso/abuso de pornografía. Sin embargo cuando abordé el tema, me hizo saber que no era tan frecuente como su buscador de internet lo demostraba. Así que decidí dejar el tema en el cajón de las observaciones. Mis miedos comenzaron cuando comencé a percatarme de que mi hija me daba besos con la lengua en la boca y cuando regresaba con infecciones vaginales recurrentes a casa con cambios exagerados de humor y depresiones. ¿Una niña de tres años con depresiones? En realidad poco conocí al sujeto antes de aventurarme en un romance y eso es de lo único que puedo haberme arrepentido. La pequeña regresaba cada vez más extraña y con patrones de comportamiento irregulares después de convivir con su padre.
La pedofilia y pederastia son patologías/perversiones distintas. La diferencia radica en la acción. Esa acción que lleva a cometer un delito. Los pedófilos no pasan a la acción, contrario a los pederastas. Un pedófilo es una persona que se siente atraído por los niños y un pederasta es alguien que comete un delito sexual o un abuso con un niño.
Un artículo muy polémico sobre el psiquiatra Fedoroff afirma que la pedofilia es una orientación sexual y que esta orientación puede canalizarse para provocar otros impulsos sexuales con el propósito de cambiar los patrones de excitación en las personas. El estudio lo realizó observando a 43 hombres que se sometieron a pruebas de activación genital en dos ocasiones diferentes. “En cada sesión de prueba, los participantes escucharon escenarios eróticos hablados que representaban a niños o adultos, mientras tanto los cambios eréctiles de estos hombres fueron registrados con un pletismógrafo de pene, que es básicamente un anillo que rodea al pene y mide los cambios en el flujo sanguíneo”. El estudio reveló que durante la realización de la segunda prueba, se redujo la excitación sexual de los individuos y que se excitaron con otras situaciones. El artículo ha causado polémica ya que no fue realizado de forma científica, al no poderse comprobar que los estímulos sexuales pueden o no, ser manipulados por las personas al someterse a una prueba diferente. Por lo que la sugerencia de Fedoroff es que la pedofilia no es algo innato, lo cual ha causado mucha controversia.
Mientras que en países del primer mundo se intenta legislar para disminuir la edad de consentimiento sexual, en países como la India el abuso sexual con menores se ha radicalizado a la pena de muerte. Después de que una niña de una tribu musulmana nómada fuera secuestrada y violada por cinco días en el 2018, la niña fue asesinada en la región de Jammu y Cachemira, lo que también tuvo tintes de conflictos entre etnias. Desde el 2013, la India ha endurecido sus leyes en violaciones a menores de 12 años, sin embargo en el 2015 aún contaban con un registro de 11 mil violaciones a menores de edad para en el 2016 subieron a 19,765 menores que fueron víctimas.
Y mientras esto sucede a nivel internacional, en México se discute en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República sí los abusos sexuales a menores de edad y los feminicidios se deben tipificar como delitos graves y merecen prisión preventiva, por ser delitos del fuero común. En casos como el de Giselle quien recientemente fue violada y secuestrada en un cibercafé en Chimalhuacán, Estado de México, en donde su cuerpo fue hallado casi una semana después en el municipio de Ixtapaluca, y el asesino y violador era el dueño del cibercafé de su cuadra, hubiese sino un caso más sin resolver, sino hubiese sido por la presión social y en redes.
Sin embargo en relación a este debate, un artículo de Antonio Hernández señala que en México “la aplicación de la prisión preventiva, ya sea por oficio o justificada es proporcionalmente mayor en las mujeres que en los hombres: el 38% de hombres (71 mil 179 personas) y el 45% de las mujeres (4 mil 682 personas) estaban privadas de la libertad sin haber sido declaradas culpables, según el Cuaderno mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, que tiene datos actualizados hasta noviembre de 2018.
Los datos muestran que hay 14 estados en los que más del 50% de la población femenina no tiene sentencia. Resalta el caso del penal de Durango tiene el 79% de mujeres presas en proceso”.
México ocupa el tercer lugar en feminicidios infantiles y el primer lugar en abuso sexual infantil y embarazos infantiles. Se habla de que cada día desaparecen en promedio 4 niñas, niños y adolescentes y 3.6 son víctimas de homicidios. En México en el 2015 ocurrieron 50 feminicidios infantiles; mientras que en el 2016 fueron 53; en el 2017 se registraron 65; y en el 2018 se contabilizaron 86 a nivel nacional. La mayoría de estos sucedieron en el Estado de México con 40; seguido de Veracruz con 24; y luego en Jalisco con 21.
“Por cada 100 carpetas de investigación donde niños y niñas son víctimas, solo tres alcanzan algún tipo de sentencia condenatoria, es decir, tienes garantía de que hagas lo que hagas contra un niño o una niña no pasa nada”, declara Juan Martín Pérez García Director de la Red por los Derechos de la Infancia.
Hasta el año de 1986, el tema del abuso sexual en los infantes comienza a ser abordado desde la parte psicoanalítica y por la medicina, a pesar de que el 1959 son declarados los Derechos del Niño. Antes de esa fecha, los niños no tenían derechos como tales. Se sabe por varias investigaciones, sobre todo un Estudio financiado por la UNICEF en Uruguay sobre “Abuso sexual infantil. Cuestiones relevantes para su tratamiento en la justicia” una colaboración con la Fiscalía General de la Nación y el Centro de Estudios Judiciales del Uruguay, que el abuso sexual existe en la historia de la humanidad con diferentes formas. “En Grecia y Roma, los jóvenes eran utilizados como objetos sexuales por hombres mayores; incluso podían ser alquilados para llevar adelante prácticas sexuales. Era común la castración de los niños para llevarlos a burdeles”, maestros y pedagogos se servían de estas prácticas comúnmente.
Menciona el estudio de la UNICEF que “en el siglo XVIII aparece el castigo a los niños por la masturbación; incluso hasta el siglo XIX estas conductas se castigaban con intervenciones quirúrgicas, con el fin de evitarlas (…) en los siglos XVII y XVIII comenzaron a surgir ciertas consideraciones sobre algunas formas de violencia hacia los niños, en especial física y sexual, aunque la reducción más importante de estas prácticas se verifica recién en el siglo XX. Hacia fines del siglo XIX se dio en Estados Unidos de Norteamérica el caso de una niña maltratada que fue protegida gracias a la invocación de una ley de protección a los animales. El paradigmático caso de Mary Ellen (1874) marcó de alguna manera el comienzo de la protección de los niños como una causa en sí misma, ya que hasta entonces no había leyes específicas para tal fin (…)
En la Antigua Roma, la práctica sexual preferida con los niños era el sexo anal, y circulaba la idea de que el sexo con niños castrados era particularmente excitante; estos niños eran castrados desde la cuna, y esa costumbre se prolongó hasta que el emperador Domiciano prohibió la castración de los niños para ser llevados a los prostíbulos. Con el cristianismo comenzó a aparecer un concepto diferente del niño, considerado como un ser puro e inocente, alejado del conocimiento y la comprensión de lo que eran los placeres carnales. En el Renacimiento y el siglo XVII, si bien se empezó a reprobar moralmente el contacto sexual de adultos con niños, aún se consideraba que detener tales avances sexuales era obligación del niño”.
Así que, desde la Edad Media el maltrato infantil era una práctica frecuente, los niños podían ser arrojados a los ríos, envasados para morir de hambre, estaban siempre llenos de piojos y eran enterrados en las estructuras para reforzar los muros y empedrados. Así que los castigos físicos, el abandono y la satisfacción sexual con los niños fue una práctica común hasta el s. XIX, así como la venta para su explotación sexual.
La violencia hacia la mujer, hacia los niños y del hogar a las escuelas: hoy día, la mayor parte de los abusos a niños se cometen entre familias y el porcentaje se incrementa en las escuelas, como lo demuestran los 37 menores abusados en el kinder Marcelino Champagnat en la alcaldía Gustavo Madero o el caso de una menor de cuatro años abusada en un colegio privado Luis Gonzaga Urbina en San Luis Potosí, donde sacaban a la pequeña de la escuela y la fotografiaban teniendo sexo con las maestras y otros niños, así como el caso del Kinder Tlatelli de Tepoztlán donde la maestra los formaba y les solicitaba a los niños que jugaran a que fueran novios.
El estudio de la UNICEF nos deja una interesante reflexión acerca de la psicología de los abusos sexuales: cuando Freud comenzó a analizar el tema de la histeria de la mujer por el año de 1986, escribió: “Me parece indudable que nuestros hijos se hallan más expuestos a ataques sexuales de lo que la escasa previsión de los padres hace suponer”, inicialmente, Freud estaba convencido de que los orígenes de la histeria eran originados por los abusos sexuales, por lo cual las mujeres tienen más tendencia a sufrir histeria que los hombres. Sin embargo, con el paso de los años posiblemente Freud se dio cuenta que el tema del abuso sexual era algo recurrente en las clases altas de Viena, por lo que dejó el tema, ya que sus pacientes pertenecían a esta clase social. Hace énfasis del estudio de la UNICEF que solo un discípulo de Freud, el húngaro Sandor Ferenczi, siguió sosteniendo que el abuso sexual existía y que era frecuente lo cual estaba al origen de muchos desórdenes mentales de los pacientes adultos. Sin embargo, no es hasta mediados del s. XX con las luchas feministas que el abuso sexual a menores, la violencia infantil y en el hogar se posicionaron primero en la agenda.
Crisis, culpa y represiones ocultas es lo que surge cuando se habla de abusos sexuales infantiles, sobre todo sí se hacen a lo largo del tiempo. Los menores son manipulados o violentados de tal forma, que sí no se detecta a tiempo es un impacto de por vida en la forma de relacionarse en sus relaciones sexuales con otros. He conocido mujeres y hombres que lograron superar el abuso refugiándose en la espiritualidad. Otros, quienes por el sentido de culpa y las desviaciones causadas, sólo han encontrado refugio en otras adicciones como la masturbación, el alcohol, drogas o el sexo casual, para poder continuar sus vidas.
En Estados Unidos, tras una década de bloqueos por los republicanos, finalmente pudo ser aprobada el Child Victims Act (la Ley de Víctimas de Abuso Sexual Infantil) la cual permitía que una persona que haya sufrido abusos solo podía denunciar una vez cumplidos los 23 años. Con la nueva medida, se cambia la edad hasta los 28 años en materia penal, mientras que en la civil se pueden interponer demandas hasta los 55 años.
Ante la falta de estudios en la materia, la poca visibilidad a un problema internacional y la falta de sensibilidad de la sociedad en general, los derechos humanos de los imputados en detrimento del interés superior del niño, retomo el planteamiento de la UNICEF de Faller: “Entre los temas en disputa en el abuso sexual se encuentran los alcances del problema, la exactitud de los relatos de abuso del niño y del adulto, las técnicas y estrategias utilizadas por los profesionales al evaluar e investigar los alegatos de abuso sexual, los métodos para la toma de decisiones acerca de la probabilidad de que haya sucedido el abuso sexual, las intervenciones apropiadas en estos casos, y el impacto del abuso sexual en las víctimas”.
Ante los posibles escenarios en el mundo, la pena de muerte de la India me parece extrema, aunque la cárcel entre 6 a 30 años en un país lleno de corrupción como México, me parece irreal. Confieso que si llevé un proceso legal de este tipo, a pesar de saber que corría mayores riesgos al llevarlo que al no hacerlo, fue con el propósito de quitarle los derechos sobre mi hija a su padre y que no pudiera seguir abusando de ella en el futuro.
La lucha que ahora vivo es que de permitirse que siga conviviendo con ella, el abuso sexual se transformará en abusos emocionales, psicológicos o económicos con los cuales la manipuló para violentarla sexualmente. Por otra parte, sí la persona culpable no toma responsabilidad sobre sus consecuencias y las asume, o intenta al menos tratarse psicológicamente, el escenario de perdón no puede existir, ya que ni siquiera se nos ha sido pedido.
Si la ley nos desampara a mí y a mi hija, los escenarios que quedan son los que está viviendo Juana en España, quien ha tenido que enfrentar un calvario ante la omisión de la Justicia Internacional por defender a sus hijos de su abusador: a Juana le dictaron una pena en prisión por cinco años, pérdida de patria potestad por 6 años y una multa de 30 mil euros. A la Justicia le falta mucho de aprender sobre la manipulación de los abusadores, a pesar de que uno pensaría que ya son expertos.
Sí aún después de leer este texto, tienes dudas de que alguien puede ser acusado de un abuso sexual con el propósito de levantarle falsos, tras el calvario legal, emocional y social que debe uno enfrentar a tal situación, te recomiendo que vayas a ver a un psicólogo para poder entender tu falta de empatía ante el sufrimiento ajeno y clarificarte que un abuso sexual, violencia en la familia o un feminicidio, raramente es inventado. No esperes a que suceda algo a tu alrededor para abrir los ojos. La justicia del hombre llegará cuando comprendamos que el dolor de los otros, es nuestro propio dolor y cuando lo negamos, nos negamos a nosotros mismos.
El abuso no respeta clase social, edad ni educación
La autora es Coordinadora del
Colectivo Contra el Abuso Sexual Infantil
Contacto:
colectivocontrabusoinfantil@gmail.com