Te deprimes, lloras por todo. Pierdes el apetito.
Estas siempre cansada. No duermes. Te duele el cuerpo.
Te duele el alma. Pero no te mueres.
Cada generación es testigo, testimonio y víctima de lo culturalmente aceptado. Cada generación se apropia de la historia, al devenir en ella y encarna los mitos de las que los preceden. Sujetos situados en aceptar los nuevos y viejos tiempos. A ser arrastrados por la catarata del mercado. Arena movediza donde se muestra la falta de adaptación al sistema voraz que aporta a muchos seres humanos dolor y sufrimiento, sistema que no atenúa, sino que aporta como plus al malestar de la cultura. La depresión es solo una de las patologías que hacen referencia al cuerpo, y compromete al cuerpo en referencia de la imagen a estar fragmentados. No hay manera de ser feliz bajo este sistema y no tener síntomas.
La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
Con la invasión de ofertas para el consumo (incluidos los humanos), con el aumento del privilegio concedido a la imagen (de los cuerpos, las empresas, las instituciones), el ideal de “éxito” a través de los retos se dibuja como inalcanzable para favorecer al mercado mismo. Sometidos en parte con los artificios de los medios de comunicación nos sometemos; algunos al afecto del otro, a la aprobación de seres superiores o dioses creados, sometidos al dinero, a la pareja, a los padres, etcétera. Sometidos al consumo y a ser consumidos.
El sistema empuja a los individuos hacia el lado del goce, es decir de la satisfacción perpetua y continua, narcisista y fanática. Se trata de matar al sujeto que habita. Circular a toda prisa y ser descartados a toda prisa. La cultura actual tiende a producir sujetos flotantes, sujetos libres de ataduras simbólicas. La construcción de infantes, mujeres y hombres es de interés para el biopoder, constructor de sujetos o ejercito a favor del consumo voraz. Es misión de nuestra sociedad de consumo el “exceso de goce”. Goce autoerótico ofrecido como ilimitado que debilita al sujeto y su lazo social.
También demuestra el poder que ejerce el modelo neoliberal y como estamos sujetados a las prácticas discursivas. Incluidos en un sistema que nos atrapa bajo las leyes y la norma, prácticas excluyentes de los grupos minoritarios, vulnerables, que no consumen o son diferentes. El poder se encuentra difuso, fragmentado e impregna todas las relaciones sociales: familia, escuela, clínica, Estado.
Compulsivamente este exceso se presenta para consumir y ser consumido, el sujeto en juego no para de estar en el juego de ser devorado. Inestable ante los cambios de moneda y las variaciones en porcentaje de desempleo, los discursos políticos y mercantiles. Los testimonios y noticias sobre el problema de la vida y la muerte, convertir la vida en sujeto administrable, enuncian la norma y las estadísticas crueles y dolorosas, pues no hay servidumbre más atroz, voraz y atenazadora que aquella que tiene como horizonte hacerse uno mismo de sus acciones, porque la acción siempre es mediante coacción, y sobre todo si se trata de la salud mental.
La depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional. Es muy importante hacer una detección oportuna, por profesionales y sin estigmas, pues este padecimiento cuesta vidas.
Para combatir la depresión y otros malestares la ayuda especializada de Psiquiatras, expertos en Psicología, coadyuvan en la mejoría de los síntomas. Sin embargo, solo el Psicoanálisis muestra al sujeto del inconsciente que necesita una isla, como mínimo un dispositivo simbólico para atenuar el dolor y el sufrimiento de la adaptación del sistema, un sueño, una ilusión, un universo paralelo, capaz de proponer un juego de placer por la vida. Invitar a vivir a jugar con ideas novedosas. Dotando al Yo de las mejores condiciones psicológicas para las funciones del yo. Sin borrar la peculiaridad del carácter individual. No se apunta a una educación de los afectos ni a las funciones normativas casi policiacas. Permite al sujeto verse dentro de sí mismo posibilidades ilimitadas y reconocerse como persona humana en proceso de deconstrucción y construcción de sentido.