Ramón Rocha Manilla*
“El ánimo que piensa en lo que puede temer,
empieza a temer en lo que puede pensar”.
Francisco de Quevedo
Tenemos dos posibilidades de reaccionar frente a una epidemia como esta: una es exaltarnos, exagerar por lo que otros hacen, dicen o piensan y con ello discriminar, atemorizar y estresar todo y a todos; y la otra solamente es tener un prudente temor.
Hemos visto espectáculos provistos de nuestra propia auto-desorganización, combinada de egocentrismos, miedos e ignorancia por leer cualquier cosa sin acudir a las fuentes confiables, como el micrositio de la Secretaría de Salud que está hecho para todos los niveles: https://coronavirus.gob.mx/.
Hace unos días vi cómo una persona en transporte público era bajado de este por presentar un ataque de tos, que por su expresión clínica, era una simple tos alérgica; también hemos sabido de transportistas que presumen que ahora fumigan sus autobuses, preguntándonos ¿qué no era su obligación hacerlo?; vemos políticos que muestran como lavan sus manos como si nunca lo hubieran hecho, o políticos que aseguran que hay muchos muertos y contagiados, revelando que su fuente fue una publicación que vio en whatsapp.
El prudente temor es saber responder con responsabilidad al problema. El COVID 19 es un virus de recién desarrollo. Aunque la Revista de Microbiología Clínica en octubre de 2007 publicó un artículo de un grupo científico de la Universidad de Hong Kong (https://cmr.asm.org/content/20/4/660.full) en que describía lo que pasaba en los mercados de animales exóticos chinos, fuente que generó la epidemia de COVID19, este problema 13 años después de este artículo, aun algunos se les hace increíble.
Ordinariamente tenemos miedo a lo que no sabemos, y temor a lo que conocemos. De lo que conocemos respetamos las limitaciones frente a este.
Por ello deseo presentar al Coronavirus, de “carne y hueso”. El COVID19 es un virus “mediano”, de 200 nanómetros, para los virus es un pequeño gordito y eso hace que este no vuele a tanta distancia como el virus del sarampión que puede viajar hasta 10 metros, a diferencia del gordo coronavirus que a lo mucho llegará a metro y medio. Por decir, el virus más pequeño es el de la poliomielitis, que mide 1 nanómetro y esto hace que sea altamente disperso. Para tener más claro, en el punto (.) final de esta oración cabrían más o menos 50 mil virus de la polio. Y sí, hay virus mucho más grandes que el COVID19, como el de la viruela que mide 300 nanómetros, haciendo que esta enfermedad sea transmitida por contactos muy cercanos.
El pequeño obeso COVID19 no vuela tanto, pero tiene la desventaja de que donde cae, ahí se queda muchas horas, que pueden llegar hasta tres días en condiciones donde no es molestado por alguien que lave o desinfectando la zona donde está cómodamente postrado. Este virus tiene proteínas en su superficie que le dan la forma de “corona”; los que ahora hacen piñatas de este bicho lo representan muy claro. Estas glicoproteínas de su superficie le ayudan al virus a reconocer donde hay mucosas, como la oral o faríngea para parasitar. Esa proteína que le sirve para ingresar al cuerpo se destruye solamente con el agua y el jabón, más efectivo que el alcohol gel, aunque a falta de este desinfectante el gel alcohólico ayuda importantemente.
Lo bueno es que es muy fácil destruirlo, con un lavado de manos frecuente y que dure no menos de 30 segundos. Como cita el subsecretario de Salud Hugo López Gatell: aprenderse una estrofa de canción que dure poco más de eso sería la medida para el lavado en tiempo. Hablar de cómo debe ser el lavado de manos es difícil en estas líneas, pero hay varios videos en la red.
La frecuencia para lavarse las manos debe ser numerosa, con eso se destruye al virus: antes de entrar a algún lugar, al entrar al baño en ese lugar, al salir del baño de ese lugar y al salir de ese lugar, y de ahí al llegar a la casa, etc.
También se destruye limpiando las superficies donde se pasen las manos o donde lleguen las gotitas de saliva. La limpieza con agua jabón, vinagre, inclusive cloro con cuidado, y en última opción el alcohol al 70%. El uso de cubre-bocas está en discusión: si algunos recomiendan no usarlo por poder causar pánico, yo recomiendo usarlo en lugares aglomerados como el transporte público; si alguien aun piensa que causa pánico, “que le dibuje una boca sonriente y haga cara amable”.
El virus casi siempre, tarde o temprano llega. Cuando llega, el único que lo defenderá es el sistema inmunológico de cada persona. Mitos han sido decir que el adulto mayor es el “blanco”; no es el viejo, sino su deterioro inmunológico y patológico. Lo que hace que el virus anide y haga de las suyas es encontrar cuerpos desnutridos, más que flacos, obesos, llenos de harinas que eliminan el zinc; encontrar cuerpos descompensados metabólicamente por la diabetes, cuerpos descompensados cardiovascularmente, deprimidos, en concreto, encontrar cuerpos descuidados.
La mala costumbre de nuestros pacientes diabéticos es que si se les antoja una soda con una comilona, se descontrola, pero se vuelven a controlar con un refuerzo al tratamiento o una hospitalización: pero el virus no perdona tan fácilmente.
El virus ya contagiado en el cuerpo tiene la posibilidad de pasar como una ligera gripita hasta un 80%, y de estos 20% de posibilidad de que se complique y tenga que recurrir al hospital; y de este, solo un 5 a 3 % tiene posibilidades de morir. Una vez que han pasado los 15 días de vida del virus en el cuerpo, el sistema inmunológico tomará su información para protegerse cuando lo vuelva a encontrar.
Como dice el clásico de Javier Duarte a los periodistas: “pórtense bien”. El virus le gusta los pacientes mal portados, por eso, aquello que no se ha dicho que además de las medidas industrialmente difundidas, los pacientes que se encuentren en estado de riesgo deben de cuidarse muy bien, comer bien, nada de refrescos, ni demás chatarra, pocas grasas; hacer ejercicio, tomar los esquemas farmacológicos completos, comer sanamente y sin buscarlo, esperar a que el COVID19 lo encuentre en la esquina, lo rete y así usted de preparado lo venza.
*Diputado suplente XX Distrito. Médico e investigador
del Colegio Mexicano de Sociología.
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