Por Oliver Coronado Paz
A decir de Román Oficial Gil, encargado de la Casa de la Misericordia, de la ciudad de Orizaba, el trabajo de asistencia que han desarrollado desde su inauguración, sobre todo la entrega diaria de comidas a personas necesitadas durante el periodo de confinamiento por COVID19, ha generado entre la ciudadanía dos comportamientos específicos: uno positivo y otro negativo, según puede calificar el entrevistado.
Sobre el positivo comenta que al ver que diariamente fuera de la Casa se generaba una larga fila de gente en condición de pobreza, la gente se comenzó a preguntar qué sucedía ahí, por lo que muchos se acercaron a conocer el trabajo y a sumarse. “A veces en especie, a veces económicamente o con mano de obra; como voluntarios. Esa fue la parte positiva: que, gracias a Dios, la sociedad se sumó”, refirió Oficial Gil.
Acerca de lo que considera como negativo, el también sacerdote diocesano asevera que estas acciones que realizan, han hecho resaltar que los pobres no tiene un lugar en la sociedad. “Nuestros pobres siempre son rechazados, nuestros pobres a veces son incómodos a la sociedad”, afirma categórico al tiempo que recuerda que durante el tiempo que lleva al servicio de la Casa de la Misericordia se ha enfrentado a ciudadanos que han manifestado su incomodidad por el trabajo que realizan; principalmente porque ello implica que estas personas en condición de pobreza se reúnan en las afueras del recinto a esperar ser atendidas, y consuman sus alimentos en la calles del centro de la ciudad, al no contar con un espacio que pueda albergar a tal cantidad.
“No ha faltado alguna persona que ha manifestado su incomodidad al pasar por donde está la fila de la Casa de la Misericordia, porque dicen: “Me vayan a asaltar, me vayan hacer alguna grosería”; o la incomodidad de algunos vecinos de que “dan mal aspecto” (los beneficiarios de esta instancia), que porqué no los movemos”, detalló el Padre Román.
Afirma existen realidades en la ciudad que no se pueden ni deben esconder, como son la presencia de los pobres y desfavorecidos por falta de trabajo y oportunidades. “No podemos esconder a nuestros pobres, sino decir: “nuestra ciudad es una ciudad muy hermosa, muy bella; con una ciudadanía viviendo en otra calidad de vida”, pero también en esta ciudad está este sector: de los pobres y los necesitados”, dijo.
Agregó, además que la presencia de este sector de la población es un signo importante a considerar. .4.06 “Ellos siguen siendo un signo fuerte de decir hay desigualdad, hay falta de oportunidades, hay gente abandonada, sola (…) Ahí está el signo de que no podemos, nosotros, quedarnos con una visión parcial de los pobres, sino de que son un signo de que algo está pasando en nuestra sociedad, algo necesita nuestra sociedad”, concluyó.
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